Título: EL GRITO DE LA TIERRA
Autor: SARAH LARK
Genero: Romántica/Histórica
Saga: Nube Blanca #3
Fecha de publicación: 2017
Opinión general:
“El Grito de la Tierra” trasciende la definición de un libro; es el cierre magistral de la trilogía “Nube Blanca”, una saga que ha capturado los corazones de sus lectores, incluido el mío. Este último volumen no solo cumple con las expectativas sino que las supera, manteniendo la cohesión y el encanto que caracterizan a la serie y concluye la historia con un broche de oro.
El estilo:
Nunca me cansaré de alabar la exquisita prosa de la autora. La pluma de Sarah Lark, siempre elaborada, brilla con especial intensidad en esta obra. Su narrativa envolvente te atrapa desde la primera hasta la última página creando una conexión tan profunda que los personajes y los paisajes persisten en tu memoria, incluso días después de acabar el libro. Lark nos regala, una vez más, una ambientación espectacular, transportándonos a la época y lugar de la historia con una precisión y belleza que roza lo tangible. Su habilidad para capturar y relatar las costumbres y la cultura, junto con las vivencias internas de sus personajes, es simplemente impecable.
Los personajes:
Los personajes de Lark han encontrado un lugar en mi corazón, y despedirme de ellos en este último libro ha sido un proceso agridulce. Como es habitual los personajes principales de “El Grito de la Tierra” son dos mujeres descendientes de las protagonistas del primer libro. Aunque también encontramos muchos capítulos narrados por Jack, Gloria y Lilian son el alma de esta novela. Ambas representan el papel de las mujeres en la historia con una fuerza y una presencia que resuenan en cada página. Con sus diferencias y aspiraciones contrapuestas, demuestran una resiliencia admirable frente a los desafíos que enfrentan.
Aunque la historia de Gloria domina la narrativa, no puedo evitar sentir que Lilian merecía un espacio más destacado, ya que su trama, aunque más sutil, no es menos significativa. En esta parte sentí que la historia estaba un poco descompensada ya que los horrores que vivió Gloria hacen parecer los problemas de Lilian infantiles y poco importantes.
No puedo dejar de mencionar a Gwyneira. La jovencita que llegó a Nueva Zelanda ahora tiene 80 años y parece haber perdido algo de su lucidez habitual.(¿Cómo puede estar tan ciega y no darse cuenta de lo que le pasa a la niña?). Pero no podemos negar, que su presencia constante es un hilo conductor que nos remonta a los inicios de la saga y te llena de añoranza.
P.D: Me hubiera gustado disfrutar de más detalles y menciones a Helen, que siempre fue mi favorita.
La historia:
La trama de “El Grito de la Tierra” se despliega con una riqueza y complejidad sin precedentes en la trilogía. Más allá de la vida de nuestras queridas protagonistas, la novela nos sumerge en los horrores de la guerra a través de los ojos de Jack, añadiendo una profundidad y realismo que enriquecen la narrativa. La autora nos lleva de la mano en un viaje que atraviesa Londres, Egipto, Estados Unidos y más, con una meticulosidad que da vida a cada destino.
Sarah Lark no teme desafiar a sus personajes, y en esta entrega, los lleva al límite. La historia se entreteje con momentos que son tan intensos como perturbadores, algunos de los cuales pueden sentirse forzados, como si buscaran añadir un drama adicional no del todo necesario.
El romance final de Gloria es, quizás, el aspecto más controvertido desde mi punto de vista. La unión con un personaje masculino, cuyo nombre omitiré para evitar spoilers, es una decisión audaz de la autora que no resonó completamente conmigo, dejando una impresión agridulce.
Conclusión:
“El Grito de la Tierra” es una obra que desafía y satisface, llevando al lector a través de un espectro de emociones. A pesar de ciertos elementos que pueden parecer excesivos o discordantes, la novela cierra la trilogía “Nube Blanca” con una nota alta, dejando una huella indeleble en el corazón de sus lectores. Es un testimonio del talento narrativo de Sarah Lark y su capacidad para tejer historias que trascienden las páginas y se arraigan en nuestra memoria.
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